Desde pequeña, siempre sentí una profunda conexión con el deseo de ayudar a los demás a recuperar su bienestar emocional. Aprendí a través de la experiencia personal que el amor es la herramienta más poderosa para resolver cualquier conflicto en la vida. Recuerdo cómo, a través de mis palabras, podía alegrar a quienes me rodeaban, creando un entorno emocional positivo al conectarles con nuevos pensamientos y creencias. 

A medida que crecí, desarrollé la habilidad de observar y comprender a las personas de mi entorno. Recuerdo que una vez, mi madre me escribió: "Gracias por tus palabras, siempre me ayudas a ver la vida color pastel". Esa frase marcó un punto de inflexión en mi vida, pues me hizo darme cuenta de que siempre podemos hacer milagros y cambiar nuestra percepción, cambiar nuestro entorno y, con ello, sentirnos mejor. Me di cuenta de que era una mediadora natural, deseosa de facilitar el entendimiento entre las personas, lo que me llevó a estudiar derecho para ayudar a los demás a resolver sus conflictos interpersonales.

De adulta, y después de una crisis laboral, descubrí el método de sanación japonés llamado Reiki y experimenté sus resultados positivos en mi propia vida. Esto despertó en mí un profundo interés por adquirir herramientas que pudieran apoyar a otros en su proceso de transformación, quería compartir esto que había experimentado con el mundo. 

Como maestra en Reiki, desarrolle profundamente mi conexión con mi Ser, mi intuición y eso me fue llevando a muchos cambios en mi vida que me acercaron a tomar la decisión de dedicarme a lo que más me apasiona.  He impartido numerosas clases y formado a otros maestros, así como brindado equilibrio energético a muchas personas. Este viaje que empezó desde la curiosidad y la necesidad de compartir lo que a mi me había ayudado tanto, intensificó mi vocación, transformando mi pasión por servir a los demás en un propósito de vida

Me motiva acompañar a las personas en el camino hacia el descubrimiento de su verdadero Ser. Ver cómo reconocen su luz interior, su energía y su amor me llena de alegría. Me entusiasma guiarlas en la exploración de nuevas posibilidades y en la creación de realidades transformadoras. 

Disfruto profundamente el proceso de evolución de la consciencia en quienes acompaño. 

Cuando las personas abren su corazón y se permiten ser quienes realmente son, comienzan a vivir con una pasión renovada y a aportar su energía al mundo a través de su propósito de vida.

 Juntos, descubrimos el origen de sus creencias limitantes, dándoles la oportunidad de sanar y trascender sus miedos, dudas, e incertidumbre.

Cada sesión de sanación no solo impacta sus vidas, sino también la de sus seres queridos. En este viaje, aprendo a ser más compasiva y amorosa, practicando el perdón y el no-juicio, porque al final, todos estamos en constante evolución juntos.

Hoy he comprendido que dar es lo mismo que recibir. Cada sesión con mis clientes es una oportunidad de aprendizaje y crecimiento para mi evolución personal. Me reafirma la importancia de tomar la decisión de sanar y cambiar nuestra percepción, lo que trae consigo múltiples beneficios, como el bienestar emocional y una paz más duradera.

A través de estas sesiones, he aprendido que la coherencia es fundamental para vivir de forma auténtica y lograr bienestar emocional.

Al practicar la coherencia, nos conectamos con nuestro Ser y nuestra abundancia. Me fascina observar la transformación de las personas cuando descubren su infinito poder y el impacto positivo que esta toma de consciencia tiene en sus vidas de forma casi inmediata.

Celebro que hoy puedo permitirme realmente ser quien soy y de aportar amor en el proceso de elevación de la consciencia de los demás. Me inspira la humildad de las personas que desean y deciden cambiar sus vidas desde el amor.  Valoro la sinceridad, la espontaneidad y la autenticidad, y me enorgullece contribuir al bienestar de la humanidad.

Una persona espiritual es aquella que conecta y escucha la voz de su corazón, y se entrega a Dios profundamente. 

Todos los seres humanos somos espíritu, pero no todos practicamos la espiritualidad. Hace más de 20 años, decidí trabajar en mi profundamente, de forma determinada para sentir paz, alegría y realización. Lo he hecho a través de un proceso que me ha permitido liberarme de creencias limitantes, juicios, hábitos y patrones inconscientes. 

Permito que la voz de Dios me guíe en cada instante, utilizando la oración, la contemplación, la meditación y la escritura consciente como herramientas para acceder a la paz y claridad que necesito en cualquier momento de mi día. 

Comprendo que cada nivel de consciencia trae nuevos obstáculos y hasta ahora he superado mis crisis más profundas mediante la auto-observación y el perdón hacia mí misma, asumiendo mi responsabilidad cuando debo soltar creencias y emociones para poder crear una nueva realidad.

Para mí, una persona espiritual es quien logra conectar con su espíritu y su ser, dejándose guiar por la sabiduría infinita que habita en su interior. Entiende que todos estamos interconectados y formamos parte de una fuerza superior que nos acompaña amorosamente. Esta persona escucha la sabiduría interna y reconoce que todo tiene un propósito en el aprendizaje y evolución de su alma.

Conectar con nuestro Ser es parte fundamental del método que he desarrollado para acompañar a otros a lograr bienestar emocional.

Para dejar de repetir situaciones dolorosas en la vida, debemos entender “para qué” suceden. Con el tiempo y el método de la bioneuroemoción ®, he comprendido que atraigo cada situación y he aprendido a salir del victimismo, preguntándome el “para qué” ocurrió y cuál es mi aprendizaje.

Hoy en día, me observo constantemente, prestando atención a mis pensamientos para dejar de repetir patrones mentales y programas familiares que residen en mi inconsciente. He entendido que este es un proceso de sanación continuo, y cada vez me reconozco más ante los pensamientos del ego que me generan conflicto, estrés y permitiéndome de forma casi inmediata soltar para decidir volver a la paz. 

Reconocer y observar el ego es un reto diario y constante, ya que se resiste y busca mantenernos en algún tipo de conflicto. Sin embargo, al entender que podemos elegir nuestros pensamientos, comenzamos el camino de sanación y corrección de nuestros errores. 

Cada crisis personal me ha transformado, ya que he aprovechado cada experiencia dolorosa para trascender mis propias limitaciones, utilizando herramientas prácticas como la auto-indagación, el no-juicio, el perdón, la certeza de mi intuición, la oración, la meditación y la contemplación.

Existen muchas herramientas para la elevación de la consciencia, pero siento que el perdón con nosotros mismos es fundamental en nuestro despertar hacia la consciencia del ser amoroso que realmente somos. A través del perdón, según las enseñanzas de “Un Curso de Milagros”, comprendemos que todos somos uno y que no hay nadie a quien perdonar fuera de nosotros.

Reconocemos que somos responsables de cómo percibimos la realidad y que siempre podemos elegir ver las cosas de otra manera para volver a estar en paz. El perdón nos enseña a salir del victimismo inconsciente y nos empodera para crear de forma deliberada la vida que realmente deseamos experimentar desde nuestro Ser. 

Una vez que aprendemos a perdonarnos, podemos elegir una nueva visión desde el no-juicio y el amor por nosotros mismos. La práctica diaria del perdón hará una gran diferencia en nuestro nivel de consciencia y bienestar emocional.